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viernes, 29 de mayo de 2009

Ancelotti, aún sin decisión

Carlo Ancelotti ha revelado detalles de sus encuentros secretos con Roman Abramovich en un libro escrito en colaboración con Alessandroi Alciato. El italiano también dijo que podría ser el nuevo entrenador en Stamford Bridge la próxima semana, aunque eso no dependerá de una decisión propia, sino de la junta directiva del AC Milan: "Mi futuro será mucho más claro para todos después de la reunión que tenga con dirigentes del Milan cuando termine el campeonato. Si la sociedad me lo pide, estoy dispuesto a quedarme", dijo Ancelotti.





Ancelotti estuvo en Roma en la presentación de un libro biográfico, en donde sus declaraciones entorno al Chelsea atrajeron la atención de los presentes. Ancelotti hizo declaraciones espectaculares, desde su disgusto por Jose Mourinho, al que definió como un provocador, hasta su deseo de contratar a Franck Ribery y Xavi Alonso para el Chelsea. Desde el hecho de comenzar a aprender inglés desde hace un par de años –y se dice que en dicha conferencia demostró no ser el mejor estudiante de ese idioma, e incluso Carlo bromeo diciendo: "Llevo dos años estudiando inglés, pero con pocos resultados. Quizás sea culpa de mis maestros..."- hasta el hecho de ser “sobre el papel” técnico de los blues desde hace un “largo tiempo”.






Ancelotti habló de todos los ofrecimientos de trabajo en los últimos años, y de que no ha dejado el club debido a que es “su familia”. En el capítulo inicial, titulado ‘Llamado por Abramovich – los comienzos’, él narra dos encuentros con el dueño del Chelsea el año pasado. Uno en Genova y el otro en Paris, y se compara a sí mismo con James Bond. A continuación, un extracto






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El taxista (en Paris) estudiaba mis expresiones faciales desde su espejo retrovisor. Él parecía estar buscando una respuesta, pero no le di ninguna, al menos en ese momento. En ese momento era alguien que estaba partiendo de una manera clandestina, como si hubiese visitado a una amante prohibida. Una extraña sensación, una sensación que no es familiar en mi.





Ser entrenador del Milan no es una misión secreta, pero ahí estaba yo, a modo de un agente 007, sentado tras el conductor con un rostro de asesino. Más que un taxi aquello esa como una máquina del tiempo, de Milanello a Stamford Bridge, del ayer al mañana, de un diablo al otro. Y yo estaba allí, en Paris, yendo a una reunión con Roman Abramovich, el ruso que ha venido de ninguna parte sino de arriba –de un lugar lejano en lo que a mí concierne-, el millonario dueño del Chelsea. Él estaba buscando un nuevo entrenador.




Nadie sabe esto, pero esto ya lo he visto en otro lugar, un par de semanas atrás. En Suiza, en un gran hotel en Genova, en las afueras del centro de la ciudad. Podría decir el nombre, pero temo que no lo recuerde bien. Debe ser mi edad.





Estaba de vacaciones en el lago, relajandome enel agua dulce despues de la amargura de haber caído en la Champions League con el Milan. Abramovich vino a mí, fue algo bueno, pero ¡cuántos guardaespaldas! Algunos de ellos me acompañaron para el encuentro con el gran jefe y con Peter Kenyon. La reunión se completaba con un abogado y un interprete.










Nos sentamos y nos saludamos el uno al otro cordialmente, y entonces comenzamos a hablar. Siempre acerca del fútbol, y solo de fútbol. Era mayo de 2008. Abramovich quería saber todo de mi, de mi modo de trabajar, mi filosofía. Él buscaba construir un equipo con una identidad precisa: “como el Manchester United, Liverpool, Milan, ciertamente no como mi Chelsea.”




Abramovich y yo, Segundo acto. Nadie debería saber nada, todos estuvimos de acuerdo. Yo tenía unos lentes de sol. Así parecía tener la expresión de un típico agente secreto. Me percate de que nadie tomara fotos en la entrada al hotel. El día de ayer, a unos pocos minutos de aquí, Massimo Moratti se encontraba con Jose Mourinho.




No quiero tener el mismo final. El camino es libre, nada sospechoso. Puedo entrar. Pero, no, f**k. ¡No lo puedo creer! Justo en la esquina veo a Federico Pastorello, un agente italiano que conozco muy bien. Me escondo. Me alejo lo más que puedo, pero entonces me encuentro con otro conocido, un amigo y colega. Otro técnico italiano que trabaja en una ciudad ocupada (el entrenador de la Roma, Luciano Spalletti, que también se había encontrado con la gente del Chelsea aquel día).



El encuentro con él (Abramovich) fue en el primer piso. Él estaba en una sala de conferencias y le acompañaba la misma gente que había estado en Genova, ahora estaban sentados alrededor de una mesa. Inmediatamente las cosas me parecieron claras.

Él pensó en un tercer nombre, el de Andry Shevchenko, quien estaba carca de suy corazón, y era fácil de ver. “No puedo entender porque él no está jugando, porque desde que el llegó a Inglaterra no ha sido el verdadero Sheva, él tiene dificultades”, dijo. “presidente, no puedo saber la razón”, le respondí. Y hablamos y hablamos aún más,Me pareció que hablar con Abramovich fue muy fácil. No me hizo sentir incomodo en ningún momento, incluso cuando dijo en voz baja: “Sólo hemos perdido la final de la Champions League y la Premier, en verdad no puedo estar satisfecho. Chelsea no tuvo personalidad. Tengo la ambición de ganar toda competencia en la que mi equipo participe. A mi equipo en este momento no lo reconozco.”










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